domingo, 11 de abril de 2010

Séneca

Lucio Aneo Séneca (4 a. d. C. - 65 d. C), nació en Córdoba, cuestor y pretor en Roma y tutor y ministro del emperador Nerón, su filosofía tiene un tono predominantemente religioso. Tiene conciencia del pecado y de la miseria como condición humana, el sentido de la maldad humana imposible de desarraigar y cuya virtud consiste en el que uno luche por salvarse, más que por la salvación; muestra en su pensamiento un elevado humanitarismo moral. A medida que las virtudes cívicas y políticas retrocedieron a un segundo plano, en la época que le tocó vivir, se dio a las virtudes de la compasión, la caridad, la amabilidad, la tolerancia, la benevolencia, la caridad y el amor, junto a la condena de los motivos morales de la crueldad, el odio, la cólera, la dureza en el trato a los subordinados e inferiores que habían ocupado un lugar predominante a escala moral en la ética anterior. Es importante su epístola xc, dónde describe de manera casi fantástica la Edad de Oro, que a su juicio había precedido a la edad corrompida de la civilización.
Para mí lo importante en Séneca es que piensa que los sabios no deben apartarse de la sociedad, como Cicerón, piensa que el deber moral del hombre bueno es ofrecer sus servicios de una forma u otra a la sociedad, rechazando de plano la posición epicúrea de perseguir la satisfacción privada descuidando los intereses públicos. Séneca fue capaz de idear un servicio social que no implicaba la necesidad de desempeñar ningún cargo público ni ninguna función de carácter estrictamente político. Esto daba un giro a la doctrina estoica de que todo hombre era miembro de dos repúblicas, el estado civil del que es súbdito y el gran estado compuesto por todos los seres racionales, al que pertenece por su condición humana. La república mayor es para Séneca más bien una sociedad que un estado; sus lazos son morales y religiosos más que jurídicos y políticos. En síntesis, el hombre bueno y sabio presta un servicio a la humanidad aunque no tenga poder político; el hombre que por virtud de su pensamiento llega a ser maestro de la humanidad ocupa un lugar más noble e influyente que el de gobernante político. La interpretación de Séneca de estas dos clases de repúblicas es una de las semejanzas que existen entre su pensamiento y el de los cristianos.
[Véase: Séneca, Sobre la felicidad, versión de Julián Marías, Madrid, Alianza Editorial, 4ª reimp. 1988].

No hay comentarios:

Publicar un comentario